William Ospina, autor de Pondré mi oído en la piedra hasta que hable

Los viajes de Humboldt por Sudamérica como no se habían contado hasta la fecha.

«Una apasionante novela en la que Ospina demuestra una curiosidad y una maestría comparables a las de su protagonista».
Ricardo Martínez Llorca, Culturamas

«Una pluma cargada de poesía y magia».
Carlos Restrepo, El Tiempo

Esta esperada novela de William Ospina busca, entre miles de páginas científicas y los testimonios de sus encuentros, al Humboldt más humano y personal que allí se esconde. Ospina, con una curiosidad comparable a la de su protagonista, se embarca en una investigación sobre los viajes de Humboldt por Ecuador, Colombia y Venezuela, y desentraña así el extraordinario impacto que tuvieron estos en la historia de la ciencia, impacto que aún hace falta reconocer a cabalidad. Aparecen aquí, entonces, algunos de los momentos menos conocidos del explorador y sus vínculos con grandes próceres de las campañas de independencia de América: Bolívar y Montúfar. La fascinante vida de este último estuvo marcada por su cercanía con Humboldt, hasta el punto en que se ha hablado de un romance entre los dos. Nos regala pues William Ospina una nueva mirada a las peripecias del explorador más famoso de la historia, figura tan atractiva como elusiva, y nos colma así el vacío de siempre ante la pregunta de quién era en realidad este enigmático y célebre científico.

«Seres así muy posiblemente marcan el fin de una época y el inicio de otra, y Humboldt configura no solo una aventura científica sino el comienzo de una mitología que apenas adivinamos».

«Llevo 20 años haciendo este libro, pero en los últimos cinco me dediqué fuertemente a buscar toda la información que se necesitaba para poder escribir cada letra y plasmar lo que realmente hizo Humboldt por el planeta. El libro fue un esfuerzo que hice para recopilar algunos momentos del viaje de Humboldt por América durante cinco años, entre 1799 y 1804. Durante ese tiempo él recorrió una parte de Venezuela, el Orinoco, Cuba y por accidente entró a la Nueva Granada; allí estuvo por 9 meses y después siguió su rumbo a Ecuador, Perú y México. Fue un viaje que influyó en la representación de la pintura y la escritura en el siglo XIX. Nosotros no hemos tomado conciencia plena de la importancia que tuvo ese recorrido por nuestros países, para la modernidad».

William Ospina, El nuevo siglo, Colombia.

«Se expuso al pasmo de las lunas y a la insolación en los desiertos de salitre, a vendavales y tormentas eléctricas, vivió aguaceros interminables bajo las enramadas de la selva, probó la electricidad de los gimnotos y succionó venenos de serpiente, estuvo a punto de ahogarse en los raudales del Orinoco y en las tormentas de Barú, sintió el abismo desde el lomo de las mulas en los desfiladeros del Quindío, afrontó los escorpiones del Cauca, las ranas venenosas de Dagua, las noches de mosquitos del Magdalena, y no solo volvió más fuerte a Europa, sino que disfrutó por décadas de una salud tan envidiable, que hubo quien pensó que aquel baño de peligros lo había inmunizado contra la muerte».