Yo, mono de Pablo Herreros Ubalde
Un ensayo donde nos muestra la aplicación de los resultados de sus investigaciones sobre el comportamiento de los primates a ámbitos cotidianos como la empresa, la política o la educación.
Un ensayo donde nos muestra la aplicación de los resultados de sus investigaciones sobre el comportamiento de los primates a ámbitos cotidianos como la empresa, la política o la educación.
Tu nombre tras la lluvia es una novela neovictoriana, psuedodecimonónica, que contiene trazas de las Bronte, de Austen o de Oscar Wilde pero con un obvio tratamiento más moderno, que la hace más acesible; con personajes con los que quien lo lea pueda identificarse más, que recuerden más a las situaciones actuales a la que nos enfrentamos.
Juan Eslava Galán vuelve a deleitarnos con una obra en la que nos acerca con maestría a este trágico y trascendental episodio histórico. Después del éxito de su libro Historia de España contada para escépticos seguido por Historia del mundo contada para escépticos, el autor repite fórmula para ofrecernos un menú irresistible apto para cualquier paladar.
Es una auténtica maravilla lo que podemos llegar a conocer, pero sobre todo a descubrir. A mí, que tengo una cierta experiencia (de gozo y de dolor) como lector, se me han ido hasta dos tardes enteras para uno solo de los capítulos como lectura. Y la gama de los ejemplos que se exponen como raíz de origen de otras palabras es muy rica.
La novela está formada por once cartas ficticias escritas por Angelina a Rivera desde Paris a México entre los años 1921 y 1922. La duodécima carta es auténtica. La encontró Elena Poniatowska en la biografía de Diego Rivera
Jesmyn Ward ganó el National Book Award 2001 con Quedan los huesos, una impactante historia de esa otra Norteamérica que sólo aparece en las crónicas de sucesos pero que en esta novela es protagonista por partida doble.
Una novela histórica de amor y aventuras de la escritora Dagmar Trodler con la que ha cosechado un gran éxito de ventas en Alemania.
La novela se desarrolla a inicios del siglo XIX, con una ciudad de Londres al borde del abismo
Para comprender y manejar la realidad el ser humano necesita de la interacción de sus dos hemisferios cerebrales cuyas formas de procesamiento son esencialmente diferentes pero complementarias: uno usa el análisis y el otro la síntesis, uno trabaja linealmente y el otro domina la simultaneidad, uno es racional y el otro intuitivo.